Recompensas.

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jueves, 30 de septiembre de 2010

Santiago Cerezo, el zorro de Castilla.

Con este curioso personaje madrileño, voy a inaugurar la recuperación de ciertos personajes relevantes que tuvieron una graduación media pero que destacaron en los frentes de batalla por sus acciones gloriosas, para ello no nos ceñiremos como otras veces a los periódicos que solo recogen lo que les interesa o han sido mermados y manipulados por los vencedores tras la guerra, de quien hablaré fue medalla al deber, medalla de la libertad y medalla de sufrimientos por la patria, también nos centraremos para aclarar su imagen en memorias de familiares, amigos, y relatos conocidos sobre el personaje o su leyenda.

Si, aunque parezca mentira este personaje tuvo su leyenda y sus años gloriosos entre 1936 y 1939.
Persona recta durante su vida, republicano de ideas, no cabía otra en su etapa, de familia conservadora, cristiana, decían que descendía de familias nobles venidas de grandes hazañas, incluyendo como antepasados al rey Alfonso VIII el de las Navas, Enrique II de Inglaterra o a el Cid. No en balde su familia materna descendía de Soria, tierra de conocidos hijosdalgos. Desde joven sintió el aire marcial y se empeñó en dar su vida por el prójimo, tal fue así que se cuenta en la leyenda del, que cuando como recluta, de años entonces, le mandaron ir a sofocar la rebelión minera a Asturias, él trató de que se rindieran sin lucha muchos de ellos, así le creyeron y fue recompensado con medallas de ambos lados. De nada le valdría pues abandono el ejército con grado de cabo, terminando así su servicio militar navarro.

Los derroteros le llevaron a tener que luego defender la propia vida de veras y la de muchos otros en la contienda civil. Según parece en la hoja de servicios, él comenzó en el servicio activo en la guardia civil en Julio de 1936, el levantamiento le pilla en ese cuerpo recién hecha la oposición y luego es asignado a la nueva y diferenciadora de los cuerpos de seguridad republicanos, la GNR, Guardia nacional republicana en donde alcanzó su mayor fama y grado de teniente. Tras los años de contienda en que pasó por diversos frentes y batallas, nada menos que en Toledo, Jarama, Guadalajara, Brunete, Teruel donde fue comandante accidental en la citada ausencia de militares durante tres días y por tanto gobernador militar accidental de la plaza en 1938, en resumen estuvo en todos los fregados de la zona centro, como para no ascender, allí estaba la compañía 58, en ese tiempo consigue ascender nada menos que de soldado de infantería o guardia, a nada menos que a capitán y jefe de puesto de control en la carretera del Jarama al terminar la contienda, estuvo al mando de una brigada al final de la contienda en la lucha entre bandos en el lado republicano, estando en los tristes hechos del golpe del golpe efectuado por los socialistas.


En esos años paso por innumerables puestos y peligros, fue herido en dos ocasiones y logró la mayoría de ascensos por acciones heroicas, que pocas le fueron reconocidas por la democracia y la dictadura, para ocultar así sus propios errores estratégicos en el campo de batalla y hechos como el de Teruel, aún hoy ocultados, y para no pagar los derechos pasivos que se les deben a él y muchos oficiales y suboficiales, no es lo mismo reconocer los sueldos a un guardia civil, que a un nacional, pero que siempre quedaron por su labor en el recuerdo de sus superiores y subordinados. Se cuenta del que cuando en las fuerzas de la GNR lo estaban pasando mal en los frentes asignados, pues a estas fuerzas no se les destinaba siempre a primera línea sino que el enemigo les metía por su tenacidad rabiosa en ella, cuando conocían de que era destinado allí con sus hombres o llegaba a relevar él y sus hombres con sus ametralladoras Hawkins, a la tropa le subía la moral y lograba luchar y sobrevivir con más tenacidad y posibilidades, era considerado todo un tirador selecto y en muchas ocasiones logró apenas él y pocos más de sus subordinados, mantener la línea de un frente que como Beau Gest, estaba lleno de cadáveres haciendo de parapeto, en el que se intentaba mantener a toda costa, no por ideología sino por salvar la propia vida, si se producía una huida en desbandada como ocurrió en el Alfambra. Cristiano reconocido, héroe de la Cruz Roja tras la guerra, por salvar la vida a dos personas que se estaban ahogando, capataz y encargado de obra, pescador reconocido y admirador del mundo del cante regional.

En reconocimiento sus subordinados le cantaban una canción cuando le veían como saludo que comenzaba así:

           Ahí viene el teniente Santiago Cerezo que es de la compañía ciento nueve,
           que con su gran e humilde bondad viene a este frente a mandar,
            recobremos todos la emoción de que luchamos por la libertad
            y que con él a todos los de este batallón, a ni uno se nos muere.